La mujer al margen de la historia dominicana: Juana Saltitopa
Autor: Aquiles Antonio Sánchez Villaman
Cuando leemos la historia, sin importar de dónde, notamos que gran parte de la participación de la mujer en la construcción de las naciones ha sido omitida; como si las ideas, el sudor y la sangre que las cimentaron provinieron únicamente de las mentes, frentes y venas de los hombres. A nadie ha de sorprender que en las narraciones de los hechos históricos estas brillen por su ausencia. Lo sorprendente sería que la mujer encabezara una historia escrita exclusivamente por y para hombres.
Tampoco es un secreto que desde tiempos remotos la mujer ha sido objeto de abusos, malos tratos, menosprecio y de todo tipo de discriminación. Al extremo que dicha práctica se convirtió en regla universal de todas las sociedades. De modo que las plumas utilizadas para recrear los hechos históricos fueron ensalzadas en tinta misógina. Por consiguiente, casi toda participación del género femenino en los acontecimientos históricos quedó excluida de “nuestra historia”.
Claro está, hay que reconocer que en las páginas de la historia dominicana existen excepciones en las que se mencionan, aunque casi nunca con la veneración que ameritan, algunas mujeres valerosas, entre las que destacan: Salomé Ureña, María Trinidad, Manuela Diez, Leonor de Ovando, Josefa Perdomo, Socorro Sánchez, Nicolasa Billini, Ercilia Pepín, Urania Montás, Las Hermanas Mirabal, entre otras. Sin embargo, la gran mayoría fueron incluidas por su parentesco con hombres importantes dentro de la gesta heroica dominicana, o por sus roles de educadoras, artistas, costureras etc., sin duda relevantes en el desarrollo de la nación, pero que desde el punto de vista patriarcal y machista son asociados con el “sexo débilˮ; lo que plantea una contradicción que denota una intención malsana en contra de lo femenino, puesto que la historia está plagada de hombres glorificados por la ejecución de estos mismos roles. Da la impresión de que se trata de una confabulación para mantener a la mujer al margen de la historia, y así contribuir al mantenimiento de la supremacía masculina y el patriarcado machista que ha subyugado nuestra sociedad desde sus inicios.
Esta desconsideración de las mujeres por parte de la historiografía, ha provocado que en las últimas dos décadas las mujeres se vuelquen hacia la escritura histórica con la intención de recrear una historia más objetiva en la que la mujer ocupe el sitial que le corresponde. De ahí que la mujer y los teóricos feministas propongan la literatura escrita por mujeres como representación real de la experiencia femenina; ya que la historia escrita por hombres obedece a una visión pérfida amarrada a los preceptos de una sociedad patriarcal que desfigura y viola una y otra vez la realidad femenina.
De entre los innumerables ejemplos de la inescrutable discriminación a la que ha sido sometida la mujer por parte de la historiografía dominicana, tocaremos el caso de Juana Saltitopa, no porque este tipo de rol sea más importante que otros, sino porque ante la visión patriarcal es un rol de hombre que no debería pasar desapercibido. Juana nació en Jamo, sección de La Vega, apodada “La Coronelaˮ por su encomiable desempeño en la lucha independentista contra Haití, especialmente en la Batalla del 30 de marzo de 1844 en Santiago. Juana Saltitopa, junto a Petronila Gaú, otra heroína de la guerra Dominico-Haitiana de quien se sabe aún menos, y muchas otras, han sido víctimas de los historiadores que, quizás con alevosía, presentan a políticos y generales como los únicos forjadores de la nación dominicana. Y sin importar que algunas de ellas lograran hazañas de mayor envergadura que la de muchos hombres que pueblan las masculinas páginas de “nuestra historia”, han sido omitidas con aparente indiferencia.
No existe papel insignificante en la creación de una nación, porque los roles pasivos e intelectuales son los que les abren las puertas a los ejércitos revolucionarios. No obstante, a los historiadores ni siquiera los sucesos en los que las mujeres asumen “roles de hombres” les resultan relevantes. Basta con darle un vistazo a los textos históricos dominicanos para comprobar que las heroínas que con sacrificio, dolor y sangre contribuyeron a la creación de la República Dominicana, especialmente aquellas que lucharon en los batallones y se enfrentaron cuerpo a cuerpo contra otros hombres, han sido excluidas por completo. De manera que la historia que se imparte en las escuelas y universidades está totalmente lacerada y envilecida por un machismo rancio. Y es de suponerse que los historiadores que rehacen la historia incluyan a estas mujeres, o cuando menos que hagan la mención correspondiente. Sin embargo, las mujeres aparecen cada vez más marginadas, como Juana Saltitopa, valerosa mujer de la que apenas se tiene noticias gracias a que un grupo muy reducido ha hecho el esfuerzo de mantenerla entre las páginas de sus libros. En estos textos no reconocidos como portadores de la “historia oficial” de la República Dominicana, las mujeres, sin importar su rol, obtienen el grado de importancia que merecen. Este cónclave formado por Rufino Martínez, Guido Despradel Batista, Alcides García Lluberes, Radamés Hungría Morel, Rosa Lebrón de Anico, entre otros, intenta, aunque con poco éxito, bañar de verdad una historia ampliamente tergiversada y manipulada.
Sin duda, la imagen de la mujer en la historiografía sería diferente si se mirasen los acontecimientos a través de los ojos de la mujer y si se ordenaran partiendo de los valores determinados por ellas. En cambio, “nuestra historia” se alimenta de una concepción patriarcal que propone los papeles desempeñados por mujeres como insignificantes y estereotipados, para con ello crear arquetipos grotescos y mutilados que destruyen la realidad histórica femenina.
Pese a su inmerecida ausencia en la historia dominicana, la mujer ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la república, como lo expresa Rosa Lebrón de Anico al decir que “[c]uando el reclamo de la patria exigió sangre de mártires, roja sangre de mujer manchó la tierra con su púrpura ardiente y secularˮ. La mujer dominicana no se mantuvo inerte ante el llamado de la patria, igual que Juana Saltitopa, esta se unió a la causa arriesgándolo todo. ¿Y cómo le pagamos? Borrándolas de la historia.
Es lamentable que casi nadie sepa quién fue esta heroína epónima y lo que hizo por la patria. Y si preguntas por ahí, el que parece recordar algo dice: “ese nombre como que me suenaˮ o “Ese es el nombre de una calle de la Capital que queda en Villa Juanaˮ. Casi nadie, sin importar el nivel de educación, sabe algo al respecto debido a que la información no está en los libros de textos, y los pocos que contienen algo de información sobre el tema no están a la disposición del pueblo.
En la República Dominicana pasó lo mismo que en México con la Revolución Mexicana; las mujeres fueron excluidas, marginadas y menospreciadas tanto en la historia como en la literatura. Todo porque la idea de que el sexo femenino tuviera la capacidad de servir a la sociedad de la misma manera que los hombres constituía un problema insondable que ofendía la virilidad masculina. En fin, se las ingeniaron para enardecer la actuación del gallardo varón y dejar la “débil mujer” a un lado. Es absurdo negar la relevancia de la mujer en la historiografía dominicana, aunque los historiadores se hayan enfrascado en la inconseguible tarea de borrarla del recuerdo colectivo.
Es obvio que Juana decidió pagar el precio de la rebeldía en vez de seguir soportando el peso de la opresión, revelándose contra un sistema machista y toda una ideología patriarcal. En tiempos en los que la mujer no podía levantar la cabeza para mirar al hombre y mucho menos alzar la voz, “La Coronelaˮ levantó su machete para defender su patria. No obstante, terminó en un inmerecido anonimato.
Mientras las sociedades desconozcan la existencia y los aportes de estas mujeres, estarán perdidas en la mentira de una historia incompleta y condicionada por la envidia, el rencor y el odio. Juana Saltitopa, “La Coronelaˮ, debería estar entre las páginas de la Historia Dominicana, y junto a ella, todas las mujeres que fueron piezas importantes del andamiaje sobre el cual se edificó la nación dominicana. La mujer, y sobre todo la mujer latinoamericana, debe ser liberada de la presión de género, y esta libertad incluye ser reconocidas como seres iguales por los hombres y la historia. El mundo debe saber que la mujer posee un pasado importante para romper con la percepción de que siempre fueron sumisas y sometidas, y también en esto la historia y el hombre tienen que jugar su papel, la una demostrando que mujeres como Juana Saltitopa desafiaron todas las imposiciones sociales para con sus ideas, sudor y sangre contribuir al desarrollo de la nación, y los otros reconociendo y aceptando su valiosa participación en la creación de las naciones. Es hora de correr el velo para mostrar una historia en donde la mujer ocupe el lugar que le corresponde, y en la que hombres y mujeres sean tratados como iguales.
Sobre el autor:
Aquiles Antonio Sánchez Villaman nació el 14 de septiembre de 1982 en la Republica Dominicana. Es hijo de Ramón Aquiles Sánchez y Juana Elizabet Villaman. Hasta su matrimonio con Yokasta S. Tineo en el 2007, vivió en el ensanche Kennedy Junto a sus padres y sus cinco hermanos. Cursó sus estudios básicos en el Liceo educativo Marillac y terminó la secundaría en la Escuela Nacional de Artes y oficios. A temprana edad se enamoró de la literatura y contempló la posibilidad de orientar sus estudios en esta dirección, pero su apremiante situación económica lo obligó a optar por una carrera más práctica, obviando así, la carrera de filosofía y letras. Se graduó de licenciado en mercadotecnia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Aún interesado en la escritura y la literatura, en el 2008 decidió cursar la carrera de periodismo en el Instituto Dominicano de Periodismo de donde se graduó dos años más tarde. En 2011 emigró a Nueva York con su esposa y su hijo Zahir Akyles. Y en el 2014 finalizó la maestría de español en el City College of New York. Actualmente estaba editando su primera novela y una colección de cuentos que pretende publicar pronto.
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