Escrito por: Matías Bosch
A Juan Alcántara, joven dominicano, muerto en Baquba, Irak, el 6 de agosto de 2007, a causa del estallido de una bomba al incursionar en una vivienda.
Querido Juan:
En tu país, inmerso todavía en la “transición a la democracia”, el notable “éxito económico” y la “defensa de la nacionalidad”, nadie con la obligación de hacerlo se ocupó de que no tuvieras que escapar de tu Patria para pedir nacionalidad ajena y lograr tu sueño de una buena educación, un buen trabajo, una vida tranquila.
Tampoco les importará que, por intenciones oscuras de poderosos extraños, moriste invadiendo tierras desconocidas para que te aceptaran y tuvieras el derecho a realizar esos sueños que, al final, no se te cumplieron. No les importará que más de algún yanqui-alto-rubio alguna vez te dijo o se dijo para sus adentros “invasor”, “latino” o “delincuente”, ni los sacrificios de tu mamá para que fueras alguien, tuvieras seguras tus “tres calientes”, para que no te quedaras sin estudios o te perdieras, quizás, en las “malas juntas”.
No te moriste en el Canal de la Mona ahogado o comido por tiburones, sino en Irak, país al que, seguramente, nunca pensaste ni quisiste ir, pero te convencieron las promesas de los “halcones” de dar la ciudadanía a quienes fueran a invadir en la “War on Terror” y la “Operación Libertad Duradera” . Al fin y al cabo estabas “buscando visa para un sueño”. Para los “nadie” de este mundo, como los Juan Alcántara, lo más elemental tiene un alto precio.
Los voceros del supuesto “nacionalismo” no se ocuparon nunca de ti ni de los dos millones de dominicanos emigrados porque la vida en su tierra natal les ha sido casi imposible. Total, no eres un “invasor haitiano” que va a acabar “fusionando” o “diluyendo la nación”. Porque, como sabes, para algunos con mucho poder, la Patria dominicana es un concepto hecho de objetos, de cosas sin vida o de estampas pintorescas, tal vez amenazada por inmigrantes, siempre que sean de países pobres. La Patria para ellos no ha sido el ser humano, el que sufre, padece, sueña, desea, vive, sobrevive, muere, es olvidado.
Ya sabes, como dijo Pedro Mir: “Sencillamente triste y oprimido. Sinceramente agreste y despoblado. Este es un país que no merece el nombre de país. Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura”.
Matías Bosch es profesor universitario y militante de izquierdas. @boschlibertario
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